FOTOGRAfÍA DE Boda en Sauces de Olimar
Yolanda & Victor | 13 Septiembre del 2025
Yolanda & Victor | 13 Septiembre del 2025
Este reportaje de boda es un ejemplo de nuestro trabajo como fotógrafos y videógrafos en Sauces de Olimar. Puedes ver más bodas en este lugar en nuestra guía de bodas en Sauces de Olimar, o explorar otros lugares en nuestra guía completa de masías en Valencia.
Hay bodas que no se cuentan: se sienten. La de Yolanda y Víctor es una de esas. En un jardín que ya había visto a parte de la familia prometerse, celebramos algo más que un “sí, quiero”: el reencuentro de dos amigos que, veinte años después, entendieron que el destino escribe lento, pero escribe bien.
Su historia empezó con un cruce casual —un pub en Las Américas, una entrevista de trabajo— y muchos años de amistad sin prisa. Hasta que un “hasta mañana” se convirtió en un primer beso de los que no hacen ruido, pero lo cambian todo. Desde entonces no han pasado una sola noche separados, y ese detalle cotidiano lo dice todo.
La ceremonia en Sauces de Olimar arrancó con un aplauso sincero, de esos que ponen el cuerpo en presente. El oficiante habló de aventura, de caminos que por fin se juntan y de la magia de reencontrarse cuando toca. Sonó a verdad, sin florituras. Luego llegó la arena: dos frascos que, al verterse, se vuelven inseparables. “Cada grano es una historia… al unirlos crearán un diseño único que representará vuestra vida en común”. Fue su forma de decir “para siempre” con un gesto sencillo.
Después tomó la palabra la familia. Susana, la hermana de la novia, habló de fortaleza y ternura, de sonrisas que sostienen incluso en los días raros: “Que siempre os apoyéis mutuamente y que nunca perdáis la magia”. Hubo nudo en la garganta y ese silencio respetuoso que protege lo importante.
No hubo poses forzadas ni artificios. Solo miradas que se reconocen, manos que buscan manos, risas que se contagian. Una celebración civil íntima, con peso de palabras y ligereza de verano. El tipo de día que te devuelve a lo esencial: los tuyos, tu persona, y la certeza de haber llegado al lugar correcto.
Nos llevamos de esa tarde un puñado de frases que ya son suyas, y un recuerdo que late: dos frascos de arena mezclada, un jardín testigo y la promesa de seguir volviendo a este momento cada vez que lo necesiten. Porque cuando el amor llega a tiempo, no hace falta gritarlo: se nota.
Un abrazo,
Israel — Va de Novias
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