DIARIO DE BODA
SARA & JOSE / Masía Niñerola / 2 Nov 2019
*Para una mejor experiencia ver nuestros reportajes desde un ordenador, hay muchas fotografías que no se ven desde el movil
*Para una mejor experiencia ver nuestros reportajes desde un ordenador, hay muchas fotografías que no se ven desde el movil
Me siento en mi escritorio, muchos meses después de mi boda, veo pasar las nubes grises durante estos días, encarcelada, sensible, vulnerable por todo el tema del Covi. Hoy es otro día que no podemos salir a la calle, me he armado de valor para escribir sobre el día de mi boda, es imposible no emocionarse solo de pensar lo bonito y emotivo que fue, lo libre que me sentí entre besos y abrazos, lo que daría por tomarme una cerveza fría con mis familiares y amigos otra vez.
Mi historia comienza hace más de 10 años cuando José y yo nos conocimos trabajando en un salón de bodas, nuestra historia empezó ahí en una boda. Entre bodas, bautizos y comuniones, surgió una amistad un tanto especial que solo la distancia pudo darle nombre y sentido cuando él se marchó a Reino Unido. Y así, unidos desde aquella lejanía empezó esta historia que a día de hoy cumple más de 8 años.
Recuerdo como si fuera ayer el día que me pidió matrimonio, Tailandia, primer viaje exótico y lleno de aventuras que sin duda fue muy especial. No podía ser de otra manera, José desde su discreción y en lo más íntimo, me pidió matrimonio desde una de las islas más bonitas del mundo, las islas Phi Phi. Increíble pero cierto, estábamos preparados para dar un paso más y darnos nuestro “SI QUIERO” después de ser testigos de los miles de sí quieres que habíamos presenciados durante estos 3 últimos años atrás.
Y a partir de ahí un sinfín de detalles, que cada uno de los dos quiso hacer especial y que a continuación te voy a relatar:
VIDEO PRE BODA PARA LA COMIDA DE LA BODA
MI BODA SOÑADA:
Mañana del día de la boda: en todo el proceso no había derramado una lágrima porque estaba feliz, estaba emocionada… decidimos pasar nuestra última noche antes de la boda con nuestras respectivas familias. Todo marchaba bien, dormí con mi madre, quería vivirlo con ella hasta el final, dejando descansar a mi padre en otra habitación. Y llegaron las 7:30h del día 2 de noviembre de 2019. Me desperté, me duché y bajé a desayunar sola… mi móvil empezó a recibir mensajes, todo el mundo se estaba preparando para la ceremonia, esperaban que fuera un día muy especial para nosotros, pero también para ellos ya que fuimos capaces de reunir desde diferentes partes del mundo a las personas que más queríamos y con las cuales hemos mantenido amistades y lazos no importando lo lejos que estuvieran. Y si, fue ahí cuando me derrumbé y me emocioné.
Fotógrafos, peluquero, maquilladora, empezaron a tocar al timbre, recuerdo que solo quería que se sintieran como en casa. El peluquero uno de mis mejores amigos, Álvaro, con el que he vivido un sinfín de anécdotas. La maquilladora de la boda fue Bea, una amiga que no era la primera ni la última vez que me maquillaba de invitada y quien mejor que ella para conocerme y para hacerme brillar ese día tan especial. Y como no, no me puedo olvidar a los fotógrafos de bodas que en todo momento y desde un segundo plano supieron plasmar en fotografías lo especial que estaba siendo ese día. “María, ¿Cómo vamos de tiempo? - Sara no queda mucho, hay que ir poniéndose el vestido de novia de Jorge Aparisi novias.” Subí a por él corriendo por las escaleras y lo bajé, allí estaba mi mejor amigo, mi hermano, mi padre y mi madre, nadie mejor para comenzar a vestirme de novia. Ese traje de novia que no encontraba en ninguna parte, después de recorrer mil tiendas acompañada de mi madre, hasta que un día, ese vestido que descarté, fuera él el elegido. Se metió en mi cabeza y me hizo soñar con él para acompañarme en el día más feliz de mi vida, el día que que todos los sueños se hacen realidad, el día de la boda. “¿Lista Sara? Llega tu familia”. Abuela paterna, tías, primas, mejores amigas, amigos íntimos… no paraba de emocionarme de verlos en mi casa, quería abrazarles, quería parar el tiempo… pero no podía tenía que marchar. ¿Y el velo? Pues ahí estaba Mariam, una de mis mejores amigas desde la infancia, propietaria del velo, el cual le pedí un día que me lo dejara porque sentí que tenía que llevar el de ella. Allí estaba ella y mis dos testigos para poner la guinda al pastel, colocarme el velo y tocado.
Ramo de flores, zapatos de recambio, fotografías con papa, mama, hermano, amigos, familia… y bajé. A ritmo de traca, olor a pólvora y los ojos llenos de lágrimas bajaba las escaleras despidiéndome de la casa que me había visto crecer. ¿Y en la calle? En la calle estaban mis amigas, amigos, mis compañeras de trabajo, mis familiares aplaudiendo como locos y emocionados como yo.
Emocionada y del brazo de mi padre llegamos a la ceremonia civil en un cerrar y abrir los ojos, la boda continua y parece que se acelera todo.
Momentos especiales: LA CEREMONIA
Comencé a caminar por el pasillo nupcial, mi prima pequeña llevaba los anillos delante de mí, nos llevamos 19 años, pero cuando estoy con ella es como si tuviera 15.
Un fuerte viento movió todo el velo, pero mi padre sacándonos del apuro, lo sujetó por detrás como pudo y comenzamos a caminar. Levanté la mirada y allí estaban, amigos de la infancia, familiares, amigos de José, gente que hacía mucho tiempo que no veía… ¡Estaban allí! No podía creérmelo y me derrumbé, me puse a llorar de felicidad, estaba feliz, muy feliz de que aquello estuviera pasando, estaba a punto mi padre de entregarme a Jose, estaba a punto de casarme.
Y al final del pasillo, ella, mi abuela materna, Carmen, con su olvido, sentada en su silla y con sus mejores galas. Me acerqué a ella y la miré, se emocionó, tanto como lo hago yo ahora al recordar ese momento. Pero lo mejor estaba por llegar, levanté la mirada y allí estaba él novio. Emocionado, elegante, guapo, radiante, feliz y siendo tan él, José, la mejor persona que la vida me ha podido poner en el camino. Al vernos nos abrazamos y lloramos, había llegado nuestro día, el día que esperábamos 8 años, el día de la boda estaba marcando sus primeros compases.
VIDEO DE LA BODA
Para nosotros los discursos de la boda, era un momento muy importante, tanto que no dudamos ni un momento quienes serían los elegidos para que hablar ese día, personas que nos querían de corazón, que conocían nuestros defectos y virtudes y que conocieran nuestra historia desde el principio. Nuestros hermanos y nuestros mejores amigos, cinco personas en total que nos emocionaron tanto a los novios como al resto de invitados que estaban allí, porque no fueron las palabras elegidas para el discurso, fue lo fuerte que hablaron sus corazones para hacer especial esa ceremonia que sin duda sin ellos no hubiera sido igual.
¡SI QUIERO! Si queríamos que aquel día ocurriera, ¡SI QUIERO! repetir, ¡SI QUIERO! una boda por lo menos tan bonita como la que he tenido y no pensábamos desde lo más profundo de mi corazón que iba a ser así, fue mejor de lo que esperábamos. El lugar superó las expectativas, Masía Niñerola, sus espacios, la forma en que nos trataron y la cercanía que tuvieron y por la cual nos decidimos sin hacernos dudar desde el minuto 1, una masía de bodas con mucho encanto, una masía de bodas muy especial, un olor a naturaleza que amplificado por mi encierro me hace llorar.
EL cóctel fue especial, en el exterior de la masía, al aire libre, rodeados de verde, rodeados de campos de azahar. Veía a la gente disfrutar, queríamos estar con todos y no podíamos estar con nadie, abrazos, fotografías besos, más fotografías, brindis, entrega de ramo a mis dos abuelas, más besos más abrazos y… ¡entramos al salón! Recuerdo verles las caras, felices, sonriendo, aplaudiendo, bailando, apartándose del mundo y disfrutando con nosotros de ese día. Detalles en las mesas para primos, hermanos, mejores amigos, palos selfies para captar momentos, detalles que hicieron grandes ese día. Recuerdo las lágrimas de mi madre y de mi suegro al llegar a la mesa, estaba siendo todo muy bonito. Como novia de boda hay momentos que hubieran pasado desapercibidos o hubieran sido olvidados si no fuera por las fotografías, el reportaje de la boda es como la chispa que enciende una llama en mis recuerdos, cada fotografía de la boda es un momento de esos recuerdos preciosos de la boda.
Y así siguió, entrega de ramos a dos de las personas más importantes para nosotros, nuestras madres y entrega de detalles a los padres, porque sin ellos nada de aquel día hubiera sido posible. Ellos que nos han dado la vida, que han respetado cada paso que hemos dado y que nos apoyado en cada una de nuestras decisiones y que se merecían ese homenaje por todo su esfuerzo.
Pero estaba acabando una parte y dábamos comienzo a otra, ¡la fiesta de la boda! A pesar de lo discreto que es José, no quería hace un baile típico, de manera que ensayamos durante unas semanas para darle vidilla a ese baile de novios tan esperado. Sonó la canción lenta, bajamos las escaleras viendo a todos los invitados como nos miraban, bailamos con amor, amor del bueno, del que hemos construido, pero lo mejor estaba por llegar cuando sonó la canción de Bruno Mars. Chaqueta, gafas de sol, retirada de chaqueta del novio y… ¡Listos para comenzar el súper baile! Paso arriba, paso abajo, al lado, al otro lado, movimiento de cadera y ¡A bailar! Así hasta seis horas más tarde, donde pudimos ver disfrutar con risas, bailes, disfrazados, haciéndose fotos y perdiendo la vergüenza, pero lo mejor… todos lo que estaban allí.
Y bueno para rematar este pedazo de relato de cómo fue el día de mi boda, solo decir que fue increíble. Pero lo mejor fue despertar el día siguiente y recibir llamadas, mensajes, fotografías y palabras bonitas de gente que ese día estuvo allí.
¡Y fueron felices y comieron perdices!